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¿Dónde quedó el gobierno “enfrentado a los monopolios”? Actuando por cuenta y orden de la jefatura general de monopolios, o sea, de la Embajada yanqui.
La planta de la ex Terrabusi fue convertida en un campo de concentración, donde decenas de trabajadores fueron apaleados y privados, incluso, de su derecho a la defensa.
A fuerza de palos, Terrabusi volvió a trabajar. Pero Moyano-Daer, Aníbal Fernández y la Unión Industrial no tienen nada que festejar.
Es que la lucha de Kraft los desnudó de cabo a rabo.
Mostró que los “sindicalistas” oficiales sólo sirven para lucrar con medicamentos truchos. De la clase obrera, los separa un abismo.
Deschavó a un gobierno que, en su caída libre, sólo aspira a salvarse siguiendo el libreto de los usureros de la deuda o los monopolios que reclaman tarifazos.
¿Qué decir, finalmente, de los Lozano o Solanas, entretenidos en arreglos parlamentarios con el mismo gobierno que reprimía en Pacheco?
En oposición a todos ellos, la lucha de Kraft puso en las calles a una generación de jóvenes obreros, de estudiantes, de desocupados.
“Vayan a estudiar”, ladró la jauría de C5N. “No hay porvenir para nosotros en el país de los despidos”, le sacudió el presidente de la Fuba a todos ellos.
Pero la voz de la calle, que se hizo sentir por Kraft, llegó para quedarse. Así lo exigen los nuevos tarifazos, que el gobierno se empeña en aplicar. Y la distancia cada vez mayor entre los salarios y la carestía.
Por sobre todas las cosas, la lucha que ha ganado las fábricas, facultades, calles, rutas y autopistas exige que pongamos en pie una alternativa propia de los trabajadores.
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