Pasaron solamente unos pocos días desde que el ‘ex’ presidente volviera a despotricar contra el FMI. Pero el acuerdo es un hecho; lo acaba de anunciar Boudou, el ministro de Economía.
Viene envuelto en un frasco de medicina homeopática: se limita a invitar al FMI a verificar y dar fe de las cuentas nacionales.
Pero çesta es, precisamente, la condición que pusieron, para renegociar el pago de la deuda pendiente, los Gobiernos acreedores del Club de París y los banqueros que ‘asesoran’ a los bonistas que quedaron fuera del canje.
También es la condición para posibilitar un canje de los bonos de la deuda pública que se ajustan por inflación; los especuladores y banqueros que los compraron a precio de remate recibirán un precio más alto por el cambio y un nuevo título a una elevada tasa de interés.
Este es el ‘plan de normalización’ que reclamaba la oposición.
¿Por qué sorprenderse, entonces, de que los K ganen en el Congreso las votaciones que el año pasado perdían, o que De Narváez ni siquiera vaya al parlamento para no tener que votar contra los K, o que la UCR insista en los efectos reparadores del llamado ‘diálogo’?
No hay golpe sin autorización de Washington, y el acuerdo con el FMI es una prueba de que los yanquis prefieren todavía al Zelaya argentino; o que no quieren dos golpes simultáneos.
Pero hay un ‘pero’: todo este ‘plan’ solamente cierra con un ‘ajuste’ -como lo acaba de demostrar el tarifazo postergado.
El acuerdo homeopático con el FMI es un precalentamiento, enseguida vendrá la receta conocida de la devaluación, los congelamientos salariales y la reducción de los gastos sociales.
¿No era que estaban preocupados por el 40% de la pobreza?
Pues tendrán que preocuparse todavía más, porque el cuerpo social de los trabajadores no está para más ‘ajustes’.
Ahí están para probarlo los trabajadores petroleros, de Terrabussi, del subte, de Mahle, de Mercedes Benz, los obreros rurales del Alto Valle, los piqueteros de Chaco, los mineros de Veladero, los docentes y estatales de todo el país.
La llamada oposición conspira con los K contra los intereses nacionales.
Lo advertimos oportunamente: si los votás, viene el FMI.
Viene envuelto en un frasco de medicina homeopática: se limita a invitar al FMI a verificar y dar fe de las cuentas nacionales.
Pero çesta es, precisamente, la condición que pusieron, para renegociar el pago de la deuda pendiente, los Gobiernos acreedores del Club de París y los banqueros que ‘asesoran’ a los bonistas que quedaron fuera del canje.
También es la condición para posibilitar un canje de los bonos de la deuda pública que se ajustan por inflación; los especuladores y banqueros que los compraron a precio de remate recibirán un precio más alto por el cambio y un nuevo título a una elevada tasa de interés.
Este es el ‘plan de normalización’ que reclamaba la oposición.
¿Por qué sorprenderse, entonces, de que los K ganen en el Congreso las votaciones que el año pasado perdían, o que De Narváez ni siquiera vaya al parlamento para no tener que votar contra los K, o que la UCR insista en los efectos reparadores del llamado ‘diálogo’?
No hay golpe sin autorización de Washington, y el acuerdo con el FMI es una prueba de que los yanquis prefieren todavía al Zelaya argentino; o que no quieren dos golpes simultáneos.
Pero hay un ‘pero’: todo este ‘plan’ solamente cierra con un ‘ajuste’ -como lo acaba de demostrar el tarifazo postergado.
El acuerdo homeopático con el FMI es un precalentamiento, enseguida vendrá la receta conocida de la devaluación, los congelamientos salariales y la reducción de los gastos sociales.
¿No era que estaban preocupados por el 40% de la pobreza?
Pues tendrán que preocuparse todavía más, porque el cuerpo social de los trabajadores no está para más ‘ajustes’.
Ahí están para probarlo los trabajadores petroleros, de Terrabussi, del subte, de Mahle, de Mercedes Benz, los obreros rurales del Alto Valle, los piqueteros de Chaco, los mineros de Veladero, los docentes y estatales de todo el país.
La llamada oposición conspira con los K contra los intereses nacionales.
Lo advertimos oportunamente: si los votás, viene el FMI.
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